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Juan Carlos Girauta

A ver si ahora entiende algo

A este Rodríguez, ¿quién demonios lo ha asesorado? Quizá nadie. O sea, Patxi López.

Les seguían, tomaban nota de sus movimientos y hábitos. Amasaban con lento y malvado primor la futura desgracia de los libres. ETA-Batasuna ejecuta los designios de una meritocracia inversa. Así, torcerán la fortuna de los mejores, de los que no se callan, de los capaces de sobreponerse al miedo y a la estulticia del grupo, al qué dirán, a las puertas que creían favorables y que se cierran una tras otra hasta. Pero el perseguido del PSOE no estará solo: lo arroparán sus adversarios políticos, los temibles revanchistas del PP.

Quieren matar a los de siempre. Si se salen con la suya, luego les irán acompañando al más allá, en filas separadas, los discretamente críticos. Y más tarde los tibios. Y finalmente los nacionalistas de la patada en los huevos, cuya falta de luces les ha impedido vislumbrar el infierno en que se va a convertir para ellos la patria independiente.

Seguían los pasos de sus presas preferidas –políticos populares y socialistas– con el estilo de los fantasmas y las intenciones de las hienas. Algunos correligionarios de Rodríguez pueden llegar a extrañarse: ¡Con todo lo que hemos hecho por ellos! Es el mismo tipo de idea –fugaz y siempre abortada por un zarpazo mortal– que abisma en la negrura, en décimas de segundo, al domador de osos, justo antes de ser desmembrado por su criatura.

También observaban desde la sombra, esperando su momento, a policías nacionales y a filósofos, a testigos protegidos e, incluso, a miembros de esa policía autonómica que los aranistas de la patada en los huevos tienen por policía de partido.

Sombríos enterradores tomaban con cinta métrica las medidas de los inadvertidos. Mientras, Rodríguez desesperaba a las víctimas, situaba en el pasado a sus correligionarios más valientes, regalaba el futuro a los verdugos de sus compañeros caídos, trataba de descabezar y dejar sin fondos a las víctimas del terrorismo, les colgaba sambenitos de su repertorio guerracivilista, arrojaba carne cruda a sus fieros opinadores para que mordieran con más fuerza los miembros restantes de los mutilados, regalaba los oídos de ETA-Batasuna, gente de paz, obviaba los muertos de Barajas, hostigaba a la oposición y aquietaba la acción de la fiscalía.

Por ensanchar un poquito su entendimiento, le recomiendo al presidente lo último de Robert Greene, Las 33 estrategias de la guerra. Concretamente la vigésimo primera: "Debes continuar avanzando antes y durante las negociaciones, creando una presión incesante y obligando a la otra parte a aceptar tus condiciones. Cuanto más consigas, más podrás devolver en concesiones insignificantes. Créate la fama de ser duro e intransigente, y así la gente no querrá plantarte cara". A este Rodríguez, ¿quién demonios lo ha asesorado? Quizá nadie. O sea, Patxi López.

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